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Mr. Arkadin (1955) por El Despotricador Cinéfilo


La verdad es que amedrenta un poco tener que despotricar contra una obra del mismísimo Orson Welles, porque son tan magistrales casi todas sus películas que parece un sacrilegio cinéfilo arremeter contra una de ellas.

Pero como todo genio Welles tiene sus film fallidos, y yo creo que si hubiera que elegir una película representativamente fallida en este Mr. Arkadin.

La primera sensación que me dio al verla es que es una película para ver borracho, además completamente borracho, porque cinematográficamente es tan impactante (como toda la obra de Welles), técnicamente es tan llamativa, está tan magistralmente dirigida (esos contundentes encuadres tan rebuscados, ese barroquismo, esa fantasmagórica iluminación, esa grotesca planificación de los decorados tanto naturales como de estudio, esas imponentes interpretaciones, etc) que se disfrutarían mejor sin plena conciencia, totalmente sumido en una hipnótica sensación etílica.

Es decir, si uno se deja llevar por la película (como simple espectáculo para contemplar el enorme talento del genio de Welles) se disfruta muchísimo, es tan hipnótica y quedas tan deslumbrado por los fuegos artificiales que ofrece, que no se te quita el asombro mientras la ves, sobre todo cocido etílicamente para dejarte llevar hedonistamente por todo lo que estás viendo, como una extraña sensación onírica.

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando se ve totalmente sobrio el film?, pues que no se engaña al cerebro tan fácilmente, y te empiezas a preguntar muchas cosas, empezando por ese guión tan absurdo, esa historia tan rocambolescamente atropellada, irracional e inverosímil, sin pies ni cabeza, que encima tiene un final absolutamente irresoluto y decepcionante.

Parto de la premisa que todo film policiaco tiene que tener un guión complejo, enrevesado, ininteligible y enmarañado (¿o acaso hay algún cinéfilo que sinceramente no se haga un lío con la historia de por ejemplo El sueño eterno de Hawks?). Pero es que en esta obra de Welles es tal el embarullamiento de la trama y tan irracional e inadmisible los acontecimientos, que se roza continuamente el ridículo.

Por ello lo mejor para disfrutarla es emborracharse, para así eliminar cualquier astibo de lógica que nos proporcione el cerebro, y una vez mermado, poder contemplar el film para disfrutar del genial talento de Welles en su máximo apogeo.

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