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El cine y la infancia (2013) por Francisco Rodríguez Criado

Me preguntaba el otro día un amigo por qué no me gustaba su pueblo, una pequeña población próxima a la capital española. Podría haberle indicado varios motivos, pero me limité simplemente a apuntar el primero que me vino a la mente: "Ni siquiera tenéis sala de cine." Al parecer mi respuesta fue lo suficiente persuasiva: conseguí librarme de un discurso localista-chauvinista que a buen seguro estaba por caerme encima.

Si mi infancia no hubiese estado tan grata y profundamente marcada por aquellas sesiones dobles que con tanto entusiasmo veíamos los chavales de mi edad cada domingo, tal vez mi postura no sería tan crítica. Y no digo que sea necesaria una sala a todo lujo, no, con una de esos cinematógrafos sencillos pero llenos de encanto que García Márquez rescató para su famoso Macondo hubiese sido suficiente. La infancia, estoy convencido, ha de estar tutelada por el séptimo arte, ese truhán que sabe sacar a flote el niño que hay en cada uno de nosotros, grandes o chicos.

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1 comentario:

  1. Desde pequeña aprecié el cine como un mundo mágico, sin embargo, para mi no fue necesario ver Disney para descubrirlo, veía películas como el mago de oz (la clásica) La novicia rebelde, Ben Hur, lo que el viento se llevó hasta El Padrino, mi papá no le temía que viera sangre porque es parte de la vida. Luego vi grandes documentales de goleadores, basquebolistas, luchadores y gimnastas que son un aporte de valores como también lo hace el séptimo arte.

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