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Vals con Bashir (2008) por Aurea García Fernández
No soy yo muy aficionada al comic ni al cine de animación, pero un amigo me llevó a ver esta película y me alegré porque me gustó. La periodista Maruja Torres que estuvo en Líbano como corresponsal de guerra dijo en una entrevista que no pensaba ver la película, porque no tenía ganas de oír excusas tales como "pobrecitos soldados israelíes que mal lo pasaron" y para nada... la película no va de eso ni de lejos.
Ari Folfan, director de cine y trasunto evidente de Folman se encuentra con un amigo, Miki León, que como él participó a los 19 años en la Guerra del Líbano del 82 y le cuenta que sufre sueños terribles en los que 26 perros furiosos (los mismos que mató allí) le persiguen encarnizadamente. Con las impactantes imágenes de este sueño recurrente se inicia el relato (realista, surrealista, onírico) pues Ari confiesa a su amigo que él no estuvo allí o por lo menos no lo recuerda. Miki le convence de que lo vivieron juntos, entonces Ari comienza su indagación buscando a los amigos que lucharon con ellos en esa cruel guerra, algunos de los cuales viven actualmente cómodamente instalados en otros países. A través de esos encuentros vamos conociendo los avatares de tan espeluznante misión. Porque la historia es cierta.
Esta búsqueda itinerante nos pondrá ante esa realidad mil veces constatada y siempre inexplicablemente recomenzada del absurdo de toda guerra (salvo para descargar los excedentes de población o llenar las arcas de los desaprensivos en el poder o fuera de él) y también evidenciar el caos personal que vive el soldadito de a pié sea este palestino, checheno, tibetano o israelí. Este horror que sufren ante lo irracional de sus actos les obliga "a posteriori" a borrar de sus mentes todo recuerdo bélico sencillamente para sobrevivir. Les pasaba a los griegos, a los tebanos, a los de Troya y a todo "quisqui" por más que los poetas áulicos trataran de disimularlo con himnos gloriosos. ¿A quién le gusta matar?: naturalmente a los asesinos que son unos pocos, los demás o sea la mayoría lo pasan fatal ¿a qué sí?
La película ha sido muy premiada y alabada su técnica de realización en la que no entro porque no sé nada de cosas tales como "rotoscopia","flash","3D", etcétera pero a mí me subyugó pues consigue una fluidez narrativa asombrosa. Solamente se usan imágenes reales al final cuando se nos muestran los horrores de las matanzas de Shabra y Chatila que aunque al parecer físicamente realizadas por las milicias falangistas libanesas queda muy claro donde se tomaron las decisiones.
La película toma su nombre de una escena terrorífica que dice mucho de las intenciones críticas de su director, en la que el comandante de aquella unidad de infantería baila un baile loco y desenfrenado, disparando sin freno su ametralladora rodeado de carteles electorales del asesinado político libanés Bashir Gemages. Y es que la música es parte esencial en la efectividad de la peli porque no sólo remarca sino que narra, nos cuenta cosas. El responsable es el músico electrónico alemán Max Ríchter (la película está coproducida por varios países) y además de utilizar música clásica se oyen canciones como "I bombed Korea" aquí convertida en "I bombed Libanon" entre otras muchas magníficamente utilizadas.
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