ccc
La estrella del norte (1943) por Aurea García Fernández
Asombra descubrir que hubo un tiempo en el que en Hollywood se rodaban películas pro-soviéticas en las que los malos-malísimos eran sin lugar a dudas los fascistas como se llamaba entonces a los nazis alemanes y los buenos-buenísimos los comunistas, sí,sí, aunque ahora nos parezca mentira, en serio.
La película nos muestra la Arcadia utópica y feliz de una sencillo pueblo ucraniano en el que conviven fraternalmente camaradas jovenes, maduros y viejos en paz y armonía hasta que la invasión alemana al comienzo de las vacaciones veraniegas de 1941 los pone a prueba y TODOS, toditos, todos dan la talla sin resquicio alguno sin importarles su más que probable muerte convirtiéndose así en héroes y algunos, claro, en mártires de la causa antifascista.
Vista ahora se nos presenta como algo falsa y acartonada aunque no cabe duda de que la reacción de los diferentes pueblos soviéticos ante los nazis fue realmente heroica y ahí está el cerco de Leningrado para atestiguarlo más allá de todo lo humanamente posible. Les pilló desprevenidos pero estaban organizados y lo que es más importante motivados. Niños, jovenes, ancianos, mujeres: todos a una, sin guerras generacionales ni sexistas. Cabe preguntarse, tal vez ingenuamente, ¿qué hubiera sucedido si aquel socialismo utópico no hubiera degenerado en la funesta y mortífera tiranía estalinísta? Preguntas vanas tal vez.
En opinión de muchos no hubo en Hollywood un director mejor formado y preparado que Milestone nacido en Rusia y preparado allí, en Alemania y en Bruselas antes de llegar a la Meca del Cine y trabajar con Mack Sennet o Henry King como fotógrafo, montador, director artístico, guionista, enfín que cuando llegó a la dirección conocía el oficio de la A a la Z y de hecho fue reconocido por la recién inaugurada Academia con un par de Oscars y alguna que otra nominación. Es la época, recordemos, en que los escritores acuden a Hollywood (de entre los nuestros Edgar Neville acompañado por su amante la elegante Conchita Montes anticipo de las Penélopes, Patakis, Vegas, etcétera actuales) a escribir guiones como es el caso de Lillian Helman que firma el de la película que comentamos, aunque al parecer Milestone introdujo los cambios que le parecieron pertinentes con disgusto de ella.
El reparto es muy bueno y destaco a una jovencísima Anne Baxter que ya apunta maneras de gran actriz y el luego protagonista de infinitas películas bélicas Dana Andrews, sobrio como siempre por no hablar del magnífico aunque siempre un puntito histriónico el también director Eric Von Stroheim que encarna como no podía ser de otro modo al brillante y cínico médico alemán que no duda en adoptar prácticas horrendas (reclutar a los niños para trasfundir su sangre a los soldados heridos aunque todos ellos mueren sin remedio, pobres víctimas de la sinrazón adulta) aunque no esté de acuerdo con ellas...ah...pero las practica, mas tranquilos que la justicia poética existe.
El film es antibélico pero parece como si el director pensara que el fin último de toda guerra sea la supervivencia, entonces ¿qué pasa?,¿siempre habrá guerras? No puede ser, de verdad que no lo soporto: alguna vez dejará de imponerse la sinrazón y la locura, vamos, digo yo. Aunque no sé como me atrevo a escribir esto con la que está cayendo por doquier.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Como curiosidad de ver una película pro-sovietica hecha por los americanos en plena II Guerra Mundial es interesante, pero solo por eso,porque luego la película en sí es aburridísima.
ResponderEliminar