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Cómo matar a la propia esposa (1965) por El Despotricador Cinéfilo
Si existe en el mundo una película necesitada de un buen remake, esta es, sin duda, “Cómo matar a la propia esposa”, pues hoy en día tiene más vigencia, sentido y coherencia que nunca el mensaje que transmite.
Cuando los datos estadísticos actuales hablan de que el 73% de las parejas se divorcia (a saber por qué el 27% restante no lo hará) se demuestra cómo la institución del matrimonio está más fracasada, obsoleta y caduca que nunca, incluso más que el Comunismo, que ya es decir. Ahora bien, ¿por qué un remake de esta película? Pues porque su punto de partida me parece genial, interesante y muy prometedor; soltando perlas muy ingeniosas y verdades como puños sobre la inviabilidad de llevar a buen puerto un matrimonio en la actualidad, pero fracasando estrepitosamente en su edulcorado, y hasta almibarado, final, políticamente correcto, pero indigno de la gran inteligencia y las pretensiones que había mostrado hasta entonces el film.
Quizás el problema es que no debería ser una comedia, sino un drama, un drama muy demoledor, es decir, que alguien se atreviese, de una vez por todas, a hacer la película definitiva sobre el matrimonio. Desde luego, no será por falta de material al respecto: desde las lúcidas frases de Woody Allen (“Algunos se casan por la iglesia, otros por idiotas”) hasta el continuo e incesante río de divorcios de amigos y conocidos, lo cual conlleva docenas de conversaciones que alimentan, aún más, la gran verdad de que el matrimonio en pleno siglo XXI es la institución más absurda, banal y sinsentido que existe.
¿No hay ningún cineasta audaz que demuestre en una buena película que el hombre nunca aprenderá del error del matrimonio? ¿Tan difícil es hallar uno inteligente que plasme en celuloide la paradoja de que, si bien se divorcia el 73% de las parejas, al mismo tiempo se casan anualmente otras 250.000 (la amplia mayoría de sus miembros previamente divorciados)? ¿No ha nacido aún el cineasta sagaz e incisivo que analice cómo el ser humano intenta, una y otra vez, buscar la felicidad en otro ser humano, cuando en realidad la felicidad siempre está en uno mismo, y no en una convivencia forzada dentro de una sociedad que sigue imponiendo el estar casado como algo normal (cuando pocas cosas hay más anormales como el tener que convivir dos soledades juntas)?. Por eso pido (casi imploro) a los “Jack Lemmon” y a los “Richard Quine” del siglo XXI que se atrevan a hacer la película definitiva sobre este espinoso tema, y, así, contribuir a que, al menos socialmente, el individuo sea un poco más inteligente y coherente.
Yo, sinceramente, espero con ansiedad ese gran film, aún por venir, que sea capaz de dejar claro que el matrimonio no tiene nada que ver con el amor, con el sexo ni con el deseo de tener hijos; un film que nos aleccione a todos y nos ayude a buscar el verdadero camino de la felicidad. ¿Necesitaremos que resucite Billy Wilder para que esta película sea una realidad o es que nadie más tiene el talento y las agallas necesarios para hacerla?
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Esa película sí que existe y ya está hecha: "Maridos y mujeres" de Woody Allen, una Obra Maestra donde se explica todo acerca del matrimonio sin pelos en la lengua.
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