Siempre es estimulante para una vieja cinéfila descubrir un nuevo director como el sueco Roy Andersson con una corta filmografía pero personalísima que la hace inconfundible por más que yo sólo haya tenido ocasión de ver esta última pero leo que es un director premiado en festivales como Berlín, Cannes, Venecia, etc.
En este peculiar autor nacido en 1947, o sea que no es ningún jovencito, la belleza y la crueldad van de la mano presentadas en pequeños "tableaux vivants" marcados por el quietismo, el detallismo y la palidez de los rostros blanquecinos de los actores cual máscaras teatrales que junto a la paleta de...
Pulsa aquí para leer la crítica completa
No hay comentarios:
Publicar un comentario