Hay una manifiesta tendencia a estimar en menor medida aquellas comedias más vinculadas al romanticismo que a la ironía o la mordacidad, en la presunción incorrecta de su facilidad o agrado para con el gran público, cuando en realidad, en tal caso, se deambula en un solar plagado de prejuicios, esquivas y suspicacias. Es más que probable que en realidad la erudición trence mal con viajes introspectivos al universo afectivo en su superficie más barroca, adornada, rosa...
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