Los pecados de Rachel Cade (título orignal del film) debieron ser perdonados en la traducción española. Así Misión en la Jungla
tiene el mismo
aroma a penitencia y sacrificio que dos padrenuestros y cinco avemarías.
Y es que en los albores de los 60, lo verde aún empezaba en Los
Pirineos y las
españolas eran, oficialmente, castas Susanitas con ratón chiquitín. Pero
tampoco hay que ser demasiado duro con aquellos censores guardianes
infranqueables de nuestra moral y que nos preservaban de tantos
pensamientos impuros. En realidad los pecados de Rachel se reducían a
uno: al pecado de
ser mujer con un cuerpo normal y deseos normales. Y si hasta a Simón del Desierto,
feo como picio, en el film de Buñuel, se le aparecía la
tentadora serpiente con cuerpo de Silvia Pinal, que menos que a Angie
Dickinson se le aparezca una criatura beatífica, un Santo en todo su
juvenil
esplendor. Un Roger Moore pre Simon Templar y también pre Bond, en plan
guaperas y deseoso de vivir bien y acomodadamente.
Sin embargo ese accidente aéreo que da con sus huesos en pleno Congo Belga unido a las costumbres “relajadas” de la población indígena son algo así como la leña, las brasas, las...
Sin embargo ese accidente aéreo que da con sus huesos en pleno Congo Belga unido a las costumbres “relajadas” de la población indígena son algo así como la leña, las brasas, las...
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