Cuando Stroheim tenía un guión en las manos le daba su propio y genuino sello, en otras palabras, lo triplicaba. Así películas "normalitas" de la hora y media consabida se elevaban exponencialmente hasta las cuatro horas de duración. Ya pasó con Avaricia (Greed) y así estaba previsto que pasara con la Reina Kelly. Sin embargo la propia Gloria Swanson y su amante Joseph Kennedy (papá de John Fitzgerald) echaron el cerrojo al cuerno de la abundancia (no olvidemos que estabamos en el año 29) y sea porque el presupuesto se hubiese extralimitado o quien lo hubiese hecho fuese el propio director, el caso es que colgaron el cartel de "hasta aquí hemos llegado" y aquí paz y después gloria.
Cuentan que la gota que colmó el vaso de las extravagancias y acabó con la resistencia de Miss Swanson fue el rodaje de una escena en la que un siniestro personaje, bebedor, pendenciero y mutilado por más señas escupía tabaco sobre la mano de una Kelly que se había convertido en su esposa en una de los momentos más duros y siniestros que ha dado el cine, amén del "si" más largo que se recuerda. De esta forma finalizó el rodaje de una película que nació con aristocráticos propósitos pero que acabó, por mor del toque Stroheim en un desmesurado melodrama donde el apelativo de Reina Kelly valía tanto para Madame de burdel como para dignataria de un imaginario país centroeuropeo.
La película con la que nos encontramos hoy en día es un montaje video fotográfico de lo rodado por Stroheim (la primera parte del film donde se conocen el principe y la novicia, y una larga escena, puro expresionismo alemán, donde una Kelly resignada a su suerte consiente una boda absolutamente vejatoria) y un conjunto de imágenes que pretenden complementar una supuesta historia que nunca sabremos si fue la que el director quiso contar en sus presupuestadas cuatro horas.
Unas consideraciones finales:
La película se rueda entre estertores del cine mudo lo cual condicionaba indudablemente su viabilidad y puede incluirse entre los motivos de abandono del proyecto.
Los "excesos" de Stroheim no solo se limitaban al metraje, también abarcaban el terreno de la sexualidad, la provocación e incluso la violencia. En estos aspectos hay secuencias memorables tales como la inicial con la reina Regina V (Seena Owen) solamente "vestida" con un gato y con El Decameron de Bocaccio como libro de cabecera en su mesita de noche. Del mismo modo, la brutal paliza infringida a Kelly por la soberana ante las risas de la soldadesca es otro instante genial de un director tan singular como extremado.
De haberse completado el film tal como lo veía Stroheim, seguro que estaríamos hablando de una obra maestra. No siendo así nos quedamos un tanto a medias, pero con todo y eso, una gran y recomendable película.
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