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Vicky Cristina Barcelona (2008) por Francisco Rodríguez Criado


Algunos artistas se aferran al estilo personal que se han labrado durante años, sobre todo si ese estilo goza de gran éxito. Es el caso de Woody Allen, a quien en los últimos tiempos se venía tachando de repetitivo. Para nuestra sorpresa, Allen acabó dando un giro a su carrera al reinventarse a sí mismo con películas notables como Match Point y Scoop, ambientadas fuera de su querido Manhattan. Abundando en esa línea, Vicky Cristina Barcelona es el último intento de Woody Allen de ser menos Woody Allen que nunca, y bien que lo ha conseguido, aunque a muchos no les haya gustado el resultado. La película retrata fragmentos de la vida de varios jóvenes (o no tan jóvenes) que andan en busca de su propia identidad, sobre todo los personajes principales: Vicky y Cristina. Tanto en el cine como en la literatura, son siempre este tipo de personajes en evolución (don Quijote, Sancho Panza, Madame Bovary, Gregorio Samsa…) los que más me cautivan. Y es que, como tienen largas trayectorias personales por recorrer, empiezan la historia siendo una persona y terminan siendo otra muy diferente. Quizá por eso el personaje de la película de Allen que más me atrae es, pese a su discreción, Vicky (Rebecca Hall), y el que menos, María Elena (Penélope Cruz), una mujer extravagante y desquiciada que se muestra así, extravagante y desquiciada, durante todo el filme. Me extrañó la candidatura de Penélope Cruz al Oscar por un papel tan sobreactuado, más propio del histrionismo de Almodóvar que de la irónica filosofía de Woody Allen, y más me sorprende aún que a Pe le hayan dado el premio por una actuación tan poco memorable.

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