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También la lluvia (2010) por Aurea García Fernández


El tema de la película resulta prometedor: un joven e idealista realizador interpretado por el actor mexicano Gael García Bernal y un productor descreído y pragmático a cargo del gallego Luis Tosar trabajan juntos en un proyecto fílmico sobre la llegada de Colón a América poniendo el énfasis en la brutalidad de la empresa y en el coraje de Fray Bartolomé de las Casas y Fray Antonio de Montesinos que intentan enfrentarse con palabras a la feroz contundencia de las espadas.

En pleno rodaje en Bolivia estalla La Guerra del Agua (abril del 2000) que como es lógico pondrá el rodaje y a las personas que en él intervienen patas arriba. Es de sobra conocido el interés de la directora Icíar Bollaín por los temas sociales ya sea la inmigración, los malos tratos o el feminismo que siempre aborda de forma atemperada, muy alejada del panfleto y casi siempre con éxito. La película está dedicada al recientemente fallecido Howard Zinn, intelectual de la izquierda anarquista norteamericana, conocido activista pro derechos civiles, amigo de Chomsky, es decir, que tampoco aquí va a dejar de lado su temática habitual.

Es imposible no citar al guionista escocés nacido en Calcuta en 1957 Paul Laverty abogado que abandonó su profesión para dedicarse a la lucha pro derechos humano, pareja de la directora además de guionista del director irlandés Ken Loach. Como se ve todo apunta en una misma dirección: cine político es decir denuncia de los abusos del poder y defensa de los más débiles en este caso los indígenas que Colón encontró en su primer viaje en la isla que bautizaron La Española hoy Santo Domingo y los indígenas bolivianos contratados como extras por los cineastas que se rebelan contra sus autoridades, pues pretenden vender a las multinacionales internacionales el derecho sobre el agua, agua que cae del cielo gratuitamente, para revendérsela después a ellos mismos sus dueños naturales.

De modo que cine dentro del cine es decir un prometedor juego de perspectivas, paralelismos, multiplicidades, la Historia y su ficción, el actor y el personaje que interpreta, lo que ocurrió en el siglo XV y lo que está ocurriendo en el momento en que se rueda; enfín, que se te hace la boca agua ante manjar tan suculento sólo que una vez más los jugos gástricos se te repliegan y nos quedamos en ayunas y con mucha pena porque el planteamiento es tan atractivo, apunta tantas cosas interesantes... pero luego no sé qué pasa, ¿guión?,¿dirección?, el caso es que no se desarrolla bien ninguna y los paralelismos iniciales no funcionan quedan abortados y todo se resuelve en una historia lineal no muy bien contada, con demasiados flecos sueltos y reacciones inverosímiles, por no hablar de los excesivos tintes sentimentaloides injustificados.

Da mucha pena, de verdad, porque el esfuerzo se adivina grande, la fotografía es espléndida, el casting magnífico sólo que luego las interpretaciones sobre todo la de los protagonistas se vuelven monocordes y repetitivas y no por culpa de los actores entre los que yo destacaría a Karra Elejalde sobre todo cuando actúa como actor ahogado en alcohol que interpreta a Colón y al boliviano Juan Carlos Aduviri del que emana el magnetismo necesario a cualquier líder sea del siglo XV o del siglo XXI.

La película, no obstante, está por encima de la media nacional y merece verse pero no esperen demasiado, mis queridos despotricadores, así no se defraudarán. Enfín, que el tema de La Conquista sigue sin encontrar su John Ford. Sean felices.

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