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Gran Torino (2008) por Aurea García Fernández
De nuevo Clint aparece en pantalla dirigiéndose a sí mismo, no sabemos si por última vez. Lo digo porque el personaje-protagonista que interpreta nos da algunas pistas de "¿despedida y cierre?": ya veremos.
El argumento de la película es muy simple: un jubilado de la Ford ve como su barrio (incluido su centro de salud: ahora "su" médico es una joven doctora oriental) va trasformándose sin remedio mientras bebe cerveza en su porche y saca brillo a su magnífico automóvil un Gran Torino de los años cincuenta. Acaba de morir su esposa y vemos en el funeral como la relación con sus hijos, nueras y nietos no parece ser la ideal.
Eastwood con esa peculiar manera suya de dirigir nos sugiere parcamente un sinfín de cosas, pues son muchos los temas que se apuntan en la peli: los prototipos familiaresoriental y occidental, el hundimiento de los ideales que un día hicieron invencible una nación, la insoslayable realidad multiétnica del país que a pesar de los esfuerzos legislativos sigue funcionando en plan gueto ,las crueles y absurdas bandas juveniles, etc.
Pero voy a entresecar sólo dos de esos variados temas que se apuntan. Uno es el tratamiento que Eastwood da al hecho religioso en este caso el catolicismo pues el personaje, Kowalski, como indica su apellido es polaco. El otro como no podía ser menos lo femenino.
Al inicio del film el "prota" rechaza de manera categórica a la iglesia y a su representante un joven y abnegado párroco .Poco a poco la perseverancia y el comportamiento de este sobre todo en relación a los jóvenes "airados" del barrio van a ir ganándose su confianza y su comprensión. Eastwood parece conceder finalmente un papel a la iglesia, un papel quizás "social" y "terapéutico" pero tal vez aún necesario en la sociedad contemporánea.
En cuanto a los comportamientos femeninos conmueve ver como el supermacho que siempre interpretó Clint con los años se ha ido transformando y ya vimos su postura inequívoca en la oscarizada "Million Dollar Baby". Aquí su postura podría quedar resumida en una frase que pronuncia la joven hermana del jovencísimo coprotagonista vecinos del polaco y pertenecientes a la étnia hmong, asiáticos que lucharon junto a los americanos en Vietnam por lo que se vieron obligados a huir en todas direcciones tras la derrota (fueron noticia un ratito perdidos en sus barcazas por los océanos: un horror y una vergüenza). Esta jovencita es precisamente la que consigue romper los recelos raciales y culturales de Kowalski y conversando con él dice: "en nuestras comunidades los chicos acaban en la cárcel, nosotras, las chicas, en la universidad": y no digo más que está muy clarito todo.
La película como siempre en Eastwood es muy sólida y austera, sin un plano de más pero, no sé, quizá peque de esa linealidad y esquematismo y la repetida presencia del héroe solitario, hosco y huraño, pero valiente y eficaz en el momento crucial. Un poco lo "de siempre" pero bueno, vale.
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